La Covid-19 ha sido una lección de aprendizaje para los gobiernos, empresas e individuos en general. Nadie estaba preparado para enfrentarla, por lo que la respuesta y adaptación ha tenido que realizarse durante ella.
Ahora que nos encontramos frente a un escenario de reactivación económica, ¿cuáles son las tendencias de gestión de riesgos que deberíamos tener en cuenta en adelante?
Este 2020 supuso muchos retos para las empresas, desde el cese de actividades hasta una acelerada y casi forzada transformación digital.
Ante este panorama, muchas organizaciones se han tenido que hacer esta difícil pregunta: ¿cómo prepararse para lo que viene después de la Covid-19?
A pesar de que no existe una única respuesta correcta ante esta pregunta, se han identificado al menos tres tendencias de gestión de riesgos, que se perfilan en las empresas durante la preparación para la reactivación económica.
Lo único constante será el cambio: resilencia en las empresas
Si las estructuras y procesos rígidos ya presentaban problemas para sostenerse en un panorama actual que demanda procesos ágiles de trabajo, se hizo todavía más palpable con la crisis de la Covid-19.
Muchas organizaciones pudieron enfrentar la crisis integrando la resilencia como un proceso innato en su recuperación y estrategias comerciales de largo plazo.
Dentro de los aprendizajes de la pandemia se encuentran la revisión, identificación y clasificación de procesos críticos, así como su verificación ante distintos escenarios de crisis, que irán cambiando con el tiempo y moldeando también la planificación de riesgos de las empresas.
Colaboradores preparados para nuevas formas de trabajo
El confinamiento que tuvo que realizar gran parte de la población mundial, como una de las estrategias más exitosas para detener la propagación del virus, condujo a que cientos de trabajadores cambiaran su modalidad de trabajo a uno remoto.
Si bien la decisión fue una necesidad en respuesta de la emergencia sanitaria, expertos sostienen que los trabajos remotos o modalidad “home office” se mantendrán como una tendencia dentro de la llamada “nueva normalidad”.
A tener en cuenta será la cada vez mayor dependencia a las tecnologías, así como requerimientos de buenas prácticas de ciberseguridad y herramientas para hacer esto posible.
En algunos países se habla incluso de empresas que contemplan la posibilidad de contribuir con los gastos fijos (como luz y agua) de los hogares de colaboradores en esta modalidad de trabajo.
Para aquellos que no sea posible hacerlo, regresar a los entornos de trabajo deberá implicar el apoyo de las organizaciones a sus colaboradores para continuar cumpliendo con las obligaciones en la prevención de la propagación del virus, en un entorno altamente cambiante.
¿Qué nos depara el futuro?
La descentralización de la fuerza de trabajo y la transformación digital realizadas como una práctica laboral ante la crisis, pueden convertirse en estrategia a largo plazo para las empresas.
En una realidad donde la única constante será el cambio, las organizaciones deberán dar prioridad a gestión de riesgos haciendo una actualización contante de las amenazas en escenarios cada vez más complejos, como por ejemplo: crisis económicas, revueltas sociales o cambio climático; contemplando a su vez nuevas formas de trabajo o vulnerabilidades como lo es la mayor dependencia digital.
En un proceso donde se puede involucrar a las direcciones y grupos de interés a pensar “fuera de la caja” para identificar riesgos, que si bien no se afrontan en este momento, son conocidos.
Esta pandemia ha hecho más evidente que las organizaciones que invierten tiempo y recursos en su gestión de riesgos de manera continua están en mejores condiciones para enfrentar una futura eventualidad.