El cambio climático impulsa una nueva economía para América Latina y el Caribe

El cambio climático impulsa una nueva economía para América Latina y el Caribe

 

Aunque los efectos más inmediatos del cambio climático se encuentren en el medio ambiente, también constituye una amenaza para la economía mundial, debido a que sus efectos perjudican los medios de vida y la productividad.

De acuerdo con el Banco Mundial (GBM, 2021) ningún país es inmune a los impactos del cambio climático, que de no ser controlado enviará a la pobreza a 132 millones de personas en los próximos 10 años, revirtiendo los avances logrados en desarrollo.

Provocando a su vez, el desplazamiento de más de 216 millones de personas, dentro de sus respectivos países, originados por desastres naturales y un costo de alrededor de 18 mil millones de dólares anuales en daños a infraestructura, transporte y generación de energía en países de ingreso bajo y mediano.

La acción climática para paliar sus efectos es posible, pero requiere de reformas sociales, económicas y tecnológicas para adaptarse a las circunstancias e implementar políticas que reduzcan las emisiones y permitan a los países ser más resilientes y sostenibles.

Un desafío para los países en desarrollo en la región de América Latina y el Caribe, que requieren de políticas y apoyo para efectuar un crecimiento bajo de carbono desde hoy, que también ayude a abordar los problemas de pobreza y de desigualdad.

Particularmente importante de considerar en los planes de recuperación social y económica post-COVID de países de Centroamérica y el Caribe.

Según la Comisión Mundial sobre la Economía y el Clima (2018) la implementación de medidas de acción climática podría significar beneficios económicos de 26 billones de dólares para el año 2030, así como 65 millones de nuevos empleos verdes (o de baja emisión de carbono).

Para ello, argumenta, es necesario construir un modelo económico que acelere la transformación estructural en cinco sectores claves:
  • Sistemas de energías limpias: con tecnología que permita el acceso a sistemas de energía a más de mil millones de personas que carecen de ellos todos los días.
  • Desarrollos urbanos inteligentes: logrando ciudades más inclusivas y sostenibles que impulsen el acceso a trabajo, infraestructura y servicios.
  • Agricultura sostenible: que promueva la seguridad alimentaria mundial, al mismo tiempo que apoye la gestión sostenible de la tierra, agua y recursos naturales.
  • Gestión inteligente del agua: Afrontando los riesgos que el cambio climático puede tener en el acceso al agua.
  • Economía circular: Impulsando políticas que ayuden al uso eficiente de materias primas y gestión de residuos.

Cabe recordar que algunos de los impactos climáticos son ya inevitables, por lo que los países deben invertir en adaptación y resiliencia para afrontarlos.

El cambio climático representa un desafío sobre todo para países en vías de desarrollo, pero también un factor que puede ayudar a la generación de resiliencia como respuesta no sólo a los efectos económicos derivados de la pandemia, sino también a la vulnerabilidad climática de la región.