Pero ¿qué tan fácil es implementar un programa de reciclaje en un país donde la recolección separada y la industria de transformación de residuos sólidos apenas empieza a desarrollarse? La realidad es que muchas de las empresas que se lanzan a esta aventura sufren tropiezos y hasta fracasan en el intento.
Desde Sumarse, la organización que impulsa la responsabilidad social empresarial en Panamá, queremos que las empresas no desistan en la tarea de implementar programas de reciclaje a nivel interno y externo. Por ello, diseñamos el taller “Reducción y reciclaje en la empresa”, que se llevó a cabo en el mes de abril, y en el que trece empresas y organizaciones que ya tenían una trayectoria de iniciativas de reciclaje en la ciudad de Panamá. La conclusión fue siempre la misma: los programas fracasan porque subsisten algunos mitos, como: 1. Se cree que un programa de “reciclaje” consiste primordialmente en comprar contenedores de colores y esperar a que las personas coloquen los materiales según corresponda. 2. Quienes toman decisiones dentro de la compañía tienen el convencimiento de que el programa se pagará con los ingresos generados por la propia recolección de materiales.
En cuanto al punto uno, es conveniente remitirnos al Objetivo de Desarrollo Sostenible número 12 (conócelo en este enlace), que se refiere al Consumo y producción sostenibles. En pocas líneas, vemos que más que hablar de reciclaje, debemos enfocarnos en las compras. ¿Qué tan eficientes somos en este sentido? ¿En qué rubros podemos reducir el consumo de la empresa?
También resulta relevante prestar gran atención a la generación de conciencia ambiental. Por ejemplo, vemos como una de las metas de ese Objetivo 12 es: “Para 2030, velar por que las personas de todo el mundo tengan información y conocimientos pertinentes para el desarrollo sostenible y los estilos de vida en armonía con la naturaleza”.
En cuanto al mito número dos, mencionado anteriormente, es importante que la empresa comprenda que la recolección separada de desechos sólidos en Panamá aún necesita mucho desarrollo. Y que sólo se hace rentable a través de grandes volúmenes y cortas distancias, algo que requiere de la participación activa y coordinada de varios actores. Si los individuos no separan y las empresas no acopian en volúmenes suficientes, entonces las empresas recolectoras no pueden dar el servicio sin cobrar, ya que implica consumo de combustible, inversión en vehículos, pago de personal y otra serie de costos operativos aplicables a la actividad comercial.
En definitiva, se trata de un círculo vicioso que puede romperse, pero requiere de un compromiso consistente. Y esto es: un programa exitoso de reducción y reciclaje en la empresa que incluya:
- Liderazgo por parte de los tomadores y tomadoras de decisiones empresariales; que pueden designar presupuestos y establecer las metas ambientales de la organización.
- Generar conciencia entre nuestros grupos de interés, especialmente con los que tenemos mayor alcance: equipos de trabajo y empresas proveedoras de servicios y productos.
- Hacer compras más eficientes, es decir, comprar menos y mejor. Esto último se traduce en que los bienes y servicios que adquirimos sean más amigables con el medio ambiente. En ocasiones puede ser más costoso, pero si al mismo tiempo compramos menos, es muy probable que se reduzca el gasto total.
- Medir resultados. Si hemos decidido comprar menos papel, consumir menos agua o electricidad, tenemos que contabilizar tanto en unidad de consumo (kilos, litros, kilovatios) como en unidad monetaria, es decir, costo de la factura de compra de papel o pago de servicios públicos.
- Comunicación responsable. Compartir la experiencia y los resultados, aún si no logramos las metas que habíamos establecido, nos ayudará a generar sentido de compromiso entre los actores involucrados, a incentivar a otros a seguir nuestro ejemplo innovador y, desde luego, a mejorar la reputación de nuestra organización.
Por todo lo anterior, se evidencia que un programa de reducción y reciclaje, además de satisfacer las demandas de nuestros grupos de interés, puede tener beneficios tangibles e intangibles para la organización, lo único que necesitamos es contar con una persona que lidere la iniciativa y sea capaz de llevarlo a cabo.
Por último, cabe mencionar que la región centroamericana, ha enfrentado en los últimos años fenómenos naturales extremos que han generado pérdidas considerables tanto a la sociedad en general como al sector empresarial. Por ello, desde Sumarse consideramos vital que las compañías dispongan de los mecanismos para reducir su impacto negativo en el medio ambiente, así como las herramientas para adaptarse al cambio climático. En este sentido, en el mes de octubre celebraremos el “Taller de resiliencia empresarial ante el cambio climático”, al que invitamos al lector o lectora a participar escribiendo a zchong@sumarse.org.pa.