¿Cómo podemos transitar hacia una economía verde con enfoque de género?

Si bien una recuperación verde e inclusiva abarca a hombres y mujeres, así como la diversidad de identidades de género, lo cierto es que históricamente las mujeres engloban al grupo más numeroso de personas que han sufrido por desigualdad. Aún es un reto global que exista igualdad de oportunidades para alcanzar sociedades más justas donde estas disfruten del bienestar y contribuyen a generarlo.

Por esta razón, y resaltando los principios de la Política de Desarrollo Feminista del gobierno alemán, la recuperación tras la pandemia debe tener un enfoque interseccional y transformador, el cual permita eliminar las causas estructurales y sistémicas de la desigualdad. En este sentido, transversalizar la perspectiva de género permite potenciar las acciones para lograr mayores beneficios. ¿Cómo hacerlo? “El fortalecimiento de los derechos, la eliminación de leyes y normas discriminatorias, la igualdad de acceso a los recursos y representación, así como el aumento de las oportunidades para ejercer influencia son factores clave para lograr sociedades justas, resilientes, sostenibles y pacíficas que no dejen a nadie atrás”, se lee en la Política de Desarrollo Feminista de Alemania.

Es por ello que la Cooperación Alemana para el Desarrollo, GIZ, promueve la transversalización de la perspectiva de género a través de los proyectos que forman parte del programa regional Ideas para una Recuperación Verde en América Central y República Dominicana (IR Verde), el cual es ejecutado por la GIZ por encargo del Ministerio Federal Alemán de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ), en cooperación con la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD).

Lilliana Rodríguez, Vicerrectora de Investigación y Transferencia de la Universidad Técnica Nacional (UTN) de Costa Rica, que es docente y gestora de proyectos de extensión y acción social en la zona norte de Costa Rica, es un ejemplo del empuje que las mujeres están recuperando verde en la región.

También, es una referente internacional en el tema de bioeconomía y sus ‘ideas verdes’ inspiraron tres proyectos de Recuperación Verde implementados en alianza con el sector privado que participaron exitosamente en el concurso regional de ideas del programa regional IR Verde. En la siguiente entrevista, la Sra. Rodríguez explica por qué es importante que se hagan esfuerzos para promover la igualdad de género en todos los sectores productivos, aprovechando instrumentos como por ejemplo la estrategia feminista de desarrollo del gobierno alemán, y el contexto actual de necesidad de construir un futuro verde para la región centroamericana y la Republica Dominicana.

 

¿Cómo científica y fomentadora de la bioeconomía circular y solidaria, considera que hay potencial en la región de Centroamérica y República Dominicana que actualmente no se esté aprovechando a causa de las brechas de género?

Sí, porque realmente no todas las niñas tienen derecho pleno a la educación y a una educación de alto nivel, no se trata solo del acceso a la educación, también debería de haber igualdad de calidad, en zonas rurales como urbanas, por ejemplo. El no tener acceso a educación de calidad en las zonas rurales hace que mucho talento no sea aprovechado en el caso de las niñas, porque culturalmente se privilegia el estudio de los niños. Yo me crie en San Carlos, cerca de la frontera con Nicaragua, y desde muy pequeña quería estudiar biología tropical. Tuve que desplazarme con beca de la universidad para cursar estudios superiores, pero no todas las niñas tienen acceso a educación por que los padres no lo consideraban importante y también, aunque esté la oportunidad (como las becas), puede que no se tengan los recursos económicos para sostener los estudios en otra ciudad y aprovechar esos talentos.

Mis hermanos/as y yo tenemos educación universitaria pero nuestros padres no la tenían. El 63% de la población de Costa Rica pertenece a la primera generación que accede a educación universitaria. Y aunque la educación es una fuente de movilidad social y de desarrollo, el acceso a la tecnología sigue siendo una brecha grande también.

¿Considera que el reducir las brechas de género permitiría alcanzar este potencial y crear un futuro verde para todas y todos en la región?

Claro que sí, porque la visión femenina implica una visión más sostenible y enfocada en el cuido de la misma naturaleza. Esta es una visión diferente, complementaria a la de los hombres y al incluirla se puede equilibrar la toma de decisión, al considerar otros aspectos críticos que garantizan que las actividades que se vayan a desarrollar sean sostenibles.

¿Qué desafíos como mujer ha encontrado usted en su trayectoria profesional y en el ámbito personal?

A nivel profesional, el tema de posicionamiento y credibilidad. Aunque parezca difícil de creer, más cuando se habla de nuevos conceptos, el ambiente académico, así como el empresarial, en muchos casos no estaban preparados para tener mujeres en sus equipos en altos mandos o mandos medios.

En mi caso tengo dos hijos con discapacidad y además tengo una profesión, hay que considerar todos los aspectos para el equilibrio de la parte profesional y la familia, y si se hace complejo para una que tiene los recursos económicos y educativos, pero cómo será para otras mujeres y niños, ¿cómo se defienden? Muchas mujeres no tienen los medios para abordar estos desafíos.

En mi caso vivo con los recordatorios psicológicos del rol de madre que se impone a la mujer. En vez de temas científicos muchas veces me toca defenderme primero ante preguntas como: ¿Cómo estás haciendo con tus hijos, sobre todo porque ambos tienen autismo? No deberíamos de tener que generar disyuntivas tan fuertes, debe existir un equilibrio, las mujeres tienen que ser reconocidas como personas individuales -no solo desde el rol de madres- y fortalecidas desde el mundo profesional.

En los proyectos que usted coordina, ¿cómo asegura que no solamente haya beneficiarios, pero también beneficiarias?  

Con solo decir “debe haber igualdad”, no sucede, hay que hacerlo de manera internacional. Por ello, en los proyectos que yo coordino se emplean criterios estándares de igualdad de género y mecanismos de regulación y de estimulación. Muy importante en este sentido es la transferencia de conocimiento a grupos vulnerables para que los componentes de innovación, y los beneficios generados en base a estos, no se quedan con los grupos tradicionalmente privilegiados.

¿De su experiencia en proyectos innovadores de bioeconomía, considera que es importante el empoderamiento de las mujeres para el éxito de estos proyectos?

Aun cuando las mujeres tengan el título o las buenas ideas, a veces lo que sucede es que no están empoderadas. En una ocasión, con un proyecto, se inició a trabajar con señoras que les costaba hasta conversar. Ellas estaban acostumbradas a quedarse calladas o a pedir permiso, pues de lo contrario se les consideraría irreverentes. Al final del proyecto, más bien se les tuvo que limitar el tiempo que tenían disponible para exponer. Lo único que se necesitaba era empoderarlas para desbloquear su potencial.

Otro ejemplo del cual me siento muy orgullosa es en el marco de un proyecto del programa IR Verde con la empresa Nicoverde, en el que se están produciendo hongos comestibles utilizando la biomasa de la piña, la cual anteriormente se consideraba un desecho. Se realizó el desarrollo de capacidades de una manera qué, hoy en día, una joven compañera que anteriormente trabajaba en la planta empacadora ahora está co-coordinando el laboratorio para la producción de hongos, una tarea que requiere conocimientos técnicos altamente especializados.

En Alemania se tienen algunas críticas a esta política de desarrollo feminista, en el sentido que pone en desventaja a los hombres, ¿usted que opina ante este tipo de crítica? ¿Cree que los hombres también se benefician con esta política?

No me parece que sea discriminatorio hacia los hombres. No puede haber política hecha por mujeres, para mujeres, al contrario, hay que resolver brechas que existen porque las políticas y estrategias que hasta ahora se han implementado no han sido suficientes y no se han implementado a todo nivel. Existen indicadores que justifican y visibilizan estas brechas que aún tenemos que superar como sociedad.

Se busca trabajar para mejorar las condiciones de las mujeres y con ello también se beneficia a los hombres, ya que esto contribuye a bajar la carga de responsabilidad que les ha sido impuesta -desde el rol de proveedor familiar-. Por ejemplo, tendrían oportunidad de ejercer una paternidad más plena y responsable. Mas bien, veo que hay oportunidades para corregir elementos de discriminación para ambos.

En el grupo de las terapias de mis hijos, el único hombre que lleva al niño es mi esposo. Muchas veces a mí me envían los mensajes porque consideran que yo soy la que debe atender esta tarea y les cuesta aceptar que en nuestro hogar sea él quien se encargue.

Es por ello que desde GIZ se trabaja para colocar a las mujeres en el centro del desarrollo en los países de la región, ya que se contribuye a brindarles mejor acceso a recursos, aumentar su representación en el mundo de los negocios y emprendimientos y volverlas más resilientes frente a choques económicos como el vivido recientemente por la pandemia por covid 19. De esa manera, se multiplican los beneficios de los esfuerzos que se realizan para lograr un desarrollo sostenible, alcanzando con ello a toda la sociedad.

 

MSc. Lilliana Rodríguez Barquero,

Vicerrectora de Investigación y Transferencia

Universidad Técnica Nacional, UTN-Sede San Carlos, Costa Rica.

lrodriguezb@utn.ac.cr

*Realizada por Ariana Bazzaglia, Lars Gottschalk y Anadel Rodríguez, IR Verde, GIZ